¿Qué son los principios tributarios?
Los Principios Tributarios son el conjunto de pautas que ayudan a los legisladores y órganos de gobierno a formular estrategias y planificar su ejecución para asegurar el diseño de una estructura tributaria robusta que tenga como objetivo no solo aumentar los ingresos sino también brindar igualdad social y económica a sus ciudadanos.
Explicación
Los principios tributarios aseguran que sus sujetos jueguen un papel igual en la construcción de una economía sana y fuerte según sus respectivas capacidades. Para hacerlo, es imperativo que la estructura tributaria sea justa y no sea severa para ningún sector particular de la sociedad o individuos. Debe ser fácilmente comprensible y estar libre de ambigüedades. Para garantizar que se cumplan todas estas condiciones, existen ciertas pautas que se conocen comúnmente como principios tributarios.

Los 3 principios principales de la tributación
# 1 - Distribución de cargas fiscales
Este principio guía a los reguladores o legisladores para asegurarse de que exista una política de distribución realista en su lugar. La primera y principal pauta de esta parte es el concepto de equidad horizontal. Este concepto se basa en el supuesto de que las personas de niveles similares deberían tener la misma obligación tributaria. Por simple que parezca, es fácil e igualmente violado en los círculos nacionales e internacionales. La razón básica es que los legisladores consideran su deber de elevar a los sectores más pobres y débiles de la sociedad en comparación con los privilegiados. Por lo tanto, la mayoría de las veces, verá a los agricultores y amas de casa obtener reformas relajadas en comparación con la clase media y la clase de servicios. Aunque sigue siendo discutible si esta desviación es la opción correcta.
Los partidarios de esta opción sienten empatía por el principio rector: la capacidad de pago. Esta recomendación se basa en la noción de que la carga tributaria debe distribuirse de tal manera que cuide la capacidad de la persona para asumir esa obligación tributaria. Los impuestos que se adaptan a esta noción son los impuestos sobre la renta, mientras que los cargos por servicio pueden ser un ejemplo de la primera categoría. Sin embargo, un argumento importante aquí es que la capacidad de carga de impuestos individual debe deducirse no en función de lo que gana sino en función de lo que gasta o consume. Cualquiera que sea el proceso de pensamiento, pero la capacidad de pago pesa mucho en las pautas de distribución equitativa, y es por eso que vemos una estructura basada en bloques para el cálculo del impuesto sobre la renta.
# 2 - Eficiencia económica
Normalmente, las leyes económicas de suministro y cadena aseguran que el mercado sea eficiente y la economía robusta. En muchos sentidos, el requisito de que el sistema tributario sea eficiente surge de la noción de que los mercados son perfectos y autocorregibles. Por lo tanto, en escenarios ideales, las políticas y directrices fiscales no deberían interferir con los ciclos de consumo, producción y cadena de suministro.
Sin embargo, no hay razón para creer que ese statu quo siempre se mantendrá. El sistema tributario, en ocasiones, debería interferir con la garantía de que se cumplan los objetivos económicos y sociales. Un ejemplo puede ser la imposición de tasas impositivas más altas a los cigarrillos y al alcohol en comparación con otros productos básicos para disuadir a las personas de consumir estos productos del pecado.
# 3 - Facilidad de administración y cumplimiento
Al enmarcar la estructura fiscal, el organismo regulador debe asegurarse de que se gestionen con el máximo marco contable y pasivos. Estos deben ser claros como el cristal sin ninguna ambigüedad, deben ser estables para la economía y la sociedad en general, rentables y convenientes. Estos factores se convierten más en un umbral que en un principio rector en los mercados en desarrollo en comparación con los desarrollados. Esto se debe al analfabetismo, la falta de canales adecuados para resolver las ambigüedades y también a los problemas administrativos prevalentes.
Considere el ejemplo de la primera virtud: la claridad. Si las normas fiscales no son claras o tienen demasiados giros y vueltas, sería difícil para el público en general entenderlas. E incluso si los entienden, es posible que no puedan aprovecharlo al máximo y terminen calculando el impuesto incorrecto por sí mismos. Puede haber una diferencia en la obligación tributaria y los impuestos a pagar, ya que es posible que la gente común no pueda aprovechar las diversas oportunidades de ahorro de impuestos. Es posible que tengan que comunicarse con expertos en impuestos para buscar orientación, lo que tendría un costo económico propio. Estos escenarios son muy comunes en las economías en desarrollo.
Importancia
Aunque el sistema fiscal en general se centra en aumentar los ingresos del gobierno, también se puede utilizar para reactivar la economía. Analicemos este aspecto en detalle. El gasto público tiende a aumentar a medida que crece la economía o de forma más cuantificable a medida que aumentan las cifras del PIB. La tributación es el único mecanismo que asegura que los ingresos de los legisladores aumenten proporcionalmente. Este crecimiento es indispensable ya que para mantener el crecimiento económico, el gobierno debe gastar en infraestructura que actúa como base sobre la cual sobrevive el crecimiento económico.
Sin embargo, en tiempos difíciles, estas políticas fiscales pueden ayudar al gobierno a reactivar el crecimiento y estabilizar la tambaleante economía modificando las estructuras fiscales aquí y allá temporalmente. Por lo tanto, para resumir, los impuestos sólidos no solo aseguran que los ingresos del gobierno estén intactos y crezcan a un ritmo saludable, sino que también se asegura de que en tiempos de recesión, estos también puedan usarse como motores de crecimiento.
Conclusión
Bueno, no hay que pensar dos veces que los impuestos son una de las principales fuentes para que el gobierno aumente los ingresos, asegurando que se cubran sus gastos. Sin embargo, no se debe subestimar su importancia para lograr la igualdad y la elevación de los sectores más débiles de la sociedad. Sin una estructura tributaria adecuada, las economías pueden desmoronarse ya que no habrá capital para mejorar la infraestructura, lo que puede tener efectos catastróficos en la economía.